Ayer hacía frío en Teherán. Por la noche el termómetro bajó a -2 grados, la máxima alcanzó sólo 6. El periodista está encerrado en la prisión de Evin, situada en la capital iraní, desde el 19 de diciembre. Cecilia Sala.
No tiene una cama para dormir. Está recostada en el suelo, que hace mucho frío, y sólo le han dado dos mantas.. Uno lo pone en el suelo, otro lo usa para cubrirse. El frío de Evin es conocido por quienes han pasado por esa prisión, «es doloroso». Y luego esa maldita luz de neón, encendida las 24 horas del día. los anteojos incautados. Ningún contacto humano, sólo una rendija que se abre a la hora de las comidas por la que entran dátiles y poco más.
Cecilia Sala lo contó en la única llamada telefónica que le permitieron hacer a sus padres. Para luego añadir, más de una vez: «Tenemos que hacerlo muy rápido». La única cara amiga que el periodista pudo ver en estas dos semanas fue la del embajador Paola Amadei: una reunión que duró treinta minutos en presencia de los guardias que exigieron que los dos hablaran en inglés, para entender lo que decían. El embajador le había traído un paquete que contenía productos de higiene, libros y un panettone. Pero nunca fue entregado a Cecilia. Son horas de espera para la familia de la periodista y para su pareja Daniele Raineri, también periodista. Las palabras de Cecilia han despejado cualquier duda de sus seres queridos sobre las pésimas condiciones en las que se encuentra detenida, nada «dignas», como habían dicho inicialmente las autoridades. Su decisión de no hablar, de no hacer declaraciones, dice mucho de la tensión que viven a la espera de noticias positivas.
Su propia pareja había publicado hace cinco días un post en Instagram: «Son muchos mensajes de solidaridad dirigidos a Cecilia. Lo antes posible se enterará de todo este cariño. Cecilia Sala fue a trabajar a Irán con una visa de periodista. El penúltimo día fue arrestada por las autoridades iraníes y encerrada en una celda de aislamiento en la prisión de Evin, Teherán. La primera visita a prisión fue autorizada sólo después de ocho días de aislamiento.» Más de 600 comentarios, sobre todo de niños y niñas que han conocido a Cecilia a través de sus podcasts -«para nosotros ahora es parte de la familia, la cita a las 18 con ella está fijada», dice un seguidor- y a través de sus servicios. Destacan los corazones que dejaron Serena Bortone y Peter Gomez. El Sindicato Universitario le dedicó un post con las palabras: «El periodismo no es un delito».