Las ruinas de “Bachelet” ya no están. Muro tras muro fue literalmente derrumbado por el poderoso brazo mecánico utilizado por los trabajadores involucrados en la demolición del antiguo edificio, antes de la construcción de un nuevo complejo. La actividad de construcción dio al alcalde de Condofuri, Pippo Paino, la oportunidad de hacer una serie de consideraciones sobre las pésimas condiciones de una escuela que «no podía garantizar ninguna seguridad», y de responder a las críticas recibidas en varias ocasiones por Tommaso Iaria, su predecesor y actual concejal municipal minoritario.
«Al ver cómo se desmoronaban las paredes – dijo – me preguntaba qué cemento se había colocado. ¿Cuánto hierro se había utilizado? ¿Qué estándares de seguridad tenía el edificio? La respuesta es demasiado obvia y cualquier comentario es inútil. De todo ello no se ha identificado ningún responsable: ni el fabricante, ni quienes tenían la tarea de supervisar o comprobar, ni otras figuras implicadas en todo el procedimiento. Han pasado demasiados años para hablar de crímenes. Es un intento superfluo, difícilmente pueden ser perseguidos y, supongo, incluso prescritos.» En opinión de Paino, sin embargo, subsiste «la obligación de la conciencia personal y social de hacer conocer la verdad, y ésta no puede estar sujeta a prescripción alguna».