Cuarenta presos estadounidenses condenados a muerte en prisiones federales podrían recibir el regalo de Navidad más preciado. De hecho, Joe Biden está considerando conmutar las sentencias de la mayoría de las personas. -si no a todos- los condenados a la espera de ser ejecutados. Un gesto de reconciliación antes de abandonar para siempre la Casa Blanca en el que el presidente católico venía pensando desde hacía tiempo pero que se habría acelerado tras la llamada telefónica del jueves con el Papa Francisco. Según una exclusiva del Wall Street Journal, la decisión debería llegar la próxima semana, pero todavía queda una cuestión por resolver: si se hacen algunas excepciones para los delitos más crueles como el terrorismo o los crímenes de odio. El ministro de Justicia de Biden, Merrick Garland, le habría aconsejado excluir de la iniciativa precisamente a los culpables de estos crímenes, como Dzhokhar Tsarnaev, condenado por el atentado del maratón de Boston de 2013, Robert Bowers, que mató a 11 personas en el atentado de 2018 en la sinagoga Árbol de la Vida en Pittsburgh, y Dylann Roof, quien masacró a nueve personas en la Iglesia Episcopal Metodista Africana en 2015. Emanuel en Charleston, Carolina del Sur. Biden declaró que quería abolir la pena de muerte federal desde su campaña electoral de 2020 y de hecho en estos cuatro años no ha habido ejecuciones a nivel federal. Además, en julio de 2021, Garland emitió una moratoria sobre la pena de muerte para revisar políticas y procedimientos, particularmente aquellos de la era Donald Trump, durante la cual hubo un número récord de ejecuciones federales. A las presiones de grupos religiosos y de derechos humanos se suma la llamada telefónica de hace unos días con el Papa Bergoglio, a quien Biden visitará el 10 de enero, en su último viaje al extranjero como presidente. En la reunión, los dos líderes discutieron los esfuerzos para «promover los derechos humanos, proteger las libertades religiosas y trabajar por la paz mundial», según un comunicado de la Casa Blanca. Y a principios de mes, en su discurso semanal, el pontífice rezó por la conmutación de las penas para los presos estadounidenses condenados a muerte. Por otro lado, no es ningún secreto que existe una relación especial entre Biden y el Papa que se remonta a hace más de diez años, cuando el entonces vicepresidente encabezó la delegación estadounidense a Roma para la toma de posesión de Bergoglio en el Vaticano.