Con la disolución del régimen Bashar al-Assadcon la presión de las anexiones israelíes de territorio sirio, y con la permanencia de las fuerzas de ocupación turcas y estadounidenses en el norte y este del país, Nos preguntamos sobre las perspectivas que le esperan al país atormentado por 14 años de guerra.. Tres hipótesis surgen con mayor frecuencia: el escenario «libanés» o el de una transición ordenada bajo los auspicios de la ONU. O el riesgo de un escenario «libio».
– Escenario libanés: La primera hipótesis considera que Siria sigue un modelo similar al Líbano, con un frágil equilibrio entre comunidades religiosas y étnicas. Desde esta perspectiva, las potencias extranjeras (Estados Unidos, Turquía, Rusia, Israel) mantendrían una influencia directa en el país a través de aliados locales, estableciendo una división informal del poder. El Estado formalmente unitario seguiría siendo poco más que una cáscara vacía, con los líderes locales administrando sus propios feudos. Cada grupo alimentaría el amiguismo y la corrupción, asegurando así la influencia de sus patrocinadores extranjeros. Si bien este escenario parece ofrecer una apariencia de estabilidad, conllevaría el riesgo de una parálisis política crónica. Al igual que en el Líbano, las tensiones entre comunidades correrían el riesgo de estallar periódicamente, mientras que la población seguiría padeciendo servicios públicos deficientes y estancamiento económico.
– Transición ordenada: El camino de la resolución 2254 de 2015 de la ONU ofrece una base para el escenario más deseable por la comunidad internacional. El camino implica un proceso teórico claro pero complejo de aplicar: el mantenimiento de las instituciones del Estado -distintas del régimen-, incluidas las fuerzas armadas regulares y la administración civil, y un proceso político supervisado por actores internacionales. Un comité constitucional, que represente a todos los componentes políticos, étnicos y religiosos, sería responsable de redactar una nueva constitución. Este proceso incluiría también a los kurdos, actualmente marginados en las regiones nororientales controladas por Estados Unidos. Una vez completada esta fase, nuevas elecciones garantizarían la participación de todas las fuerzas políticas, desde partidos históricos como el Baath hasta nuevos movimientos, incluidos los islamistas radicales.
– El espectro libio se perfila como el peor para Siriaque seguiría siendo un país rehén de innumerables señores de la guerra, fuerzas extranjeras y grupos extremistas, todos ellos involucrados en una competencia violenta por el control de los recursos y el poder. La población seguiría viviendo en la incertidumbre y la pobreza. Con una crisis económica cada vez más extendida, los sirios desplazados (alrededor de 13 millones, incluidos refugiados en el extranjero y desplazados internos) verían disminuir aún más cualquier esperanza de regresar. Este escenario, caracterizado por la ausencia de un Estado central que funcione, dejaría a Siria en el limbo durante años. Pero permitiría que las potencias externas -principalmente Estados Unidos, Turquía e Irán, que hoy se benefician del colapso de rusos e iraníes- siguieran siendo dominantes en la región.