La decisión de conceder asilo político Bashar al-Assad fue apresado directamente por el presidente ruso Vladímir Putinsegún confirmó Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin. Sin embargo, no está prevista una reunión entre Putin y el derrocado presidente sirio, informó Ria Novosti. Peskov dijo: «En el programa oficial del presidente no figura tal reunión. No hay nada que decir sobre el paradero del señor Assad en este momento».
Prioridades rusas en Siria: bases militares
Salvo un diálogo directo con Assad, el principal interés de Rusia se centra en el suyo propio. bases militares en Siria, como el aéreo de Hmeimim y el naval de Tartús. Su futuro será objeto de negociaciones con las nuevas autoridades sirias, nacidas de los escombros del régimen baazista. Rusia parece haber negociado garantías con la coalición rebelde y yihadista Hayat Tahrir al-Sham (Hts)ofreciendo la salida segura de Assad a cambio de un acuerdo sobre la permanencia militar rusa.
El abandono de Assad: pragmatismo calculado
La influencia rusa en Siria se ha visto socavada por la guerra en Ucrania y las pérdidas sufridas por sus aliados proiraníes en Líbano Y Siria. Además, el ejército sirio demostró ser incapaz de defender el régimen, lo que provocó el colapso del sistema baazista. Ante esta situación, Moscú ha optado por una actitud pragmática, pasando página y buscando el diálogo con los rebeldes suníes de Hts.
La analista Marianna Belenkaya destaca que Moscú mantiene margen de maniobra importante: el derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, las buenas relaciones con paises arabesy una posición estratégica hacia Turquía Y Oesteque puede necesitar a Rusia para estabilizar la región.
El futuro de Siria: un nuevo equilibrio
El colapso de Assad representa un punto de inflexión trascendental para Oriente Medio, pero no conduce automáticamente a una Siria prooccidental. Moscú seguirá ejerciendo su influencia a través de acuerdos con los nuevos líderes sirios, buscando asegurar sus intereses militares y geopolíticos. El futuro de Siria también puede depender de las decisiones del próximo presidente estadounidense, que actualmente ha declarado su desinterés en una intervención directa, pero la dinámica podría cambiar rápidamente.