Todo está paralizado desde hace más de un año. Y las perspectivas no son alentadoras. Ante una situación de estancamiento que se prolonga durante demasiado tiempo, la administración ha iniciado los trámites para llegar a la resolución contractual. El Palazzo San Giorgio «recupera» la propiedad de Miramare. Corría el año 2021 cuando el Municipio confió la estructura a la empresa que luego fue prohibida. Pero la de Miramare es una historia salpicada de acontecimientos tristes y complicados. Primero, la decisión de la administración de centroderecha de poner en venta el inmueble histórico (cubierto por restricciones), luego la decisión de la entonces comisión prefectural de incluirlo entre los bienes para uso institucional, luego el anuncio de convertir el Miramare en un hotel de nuevo. En medio de la investigación que había desbordado a la administración Falcomatà. Pero lo cierto es que la estructura que simboliza la vocación turística de la ciudad permanece cerrada desde hace años mientras Reggio intercepta «por fin» el flujo de visitantes. El primer paso a dar es la rescisión contractual.
Una operación que ya había dado sus primeros pasos en junio, ahora, meses después, la determinación de avanzar en esta dirección está cada vez más motivada. Pero los tiempos técnicos por un lado y la lentitud de la burocracia por otro han prolongado la parálisis.
La idea de cerrar página con la empresa que ganó el concurso para realizar las obras de adecuación y gestión del inmueble parece ahora algo más que una hipótesis. Llevamos mucho tiempo, demasiado tiempo, viviendo en una situación de inmovilidad. El proyecto de reapertura del inmueble cristalizó tras las obras de remodelación de la parte exterior. La empresa a la que se adjudicó la gestión tras la interdicción quedó confiada a la administración judicial del Juzgado que, gracias a la oportunidad de las bonificaciones, tomó medidas para realizar las obras de la fachada. Pero también es necesario proceder a la renovación del interior. Camino de alto coste, que la empresa no siguió. Por eso el despacho jurídico del Palazzo San Giorgio escribió, sin recibir respuesta (los contraargumentos no llegaron en términos útiles) a la empresa para solicitar y pedir explicaciones sobre los grandes retrasos.